By Alejandra Padilla, Staff Compañera
Ser una compañera en el Taller de José durante los últimos 2 años me ha dado la oportunidad de utilizar mis conocimientos y ayudar a mis clientes. Como compañera, he podido tener un impacto en la comunidad como capacitar y empoderar a mis clientes para que se sientan lo suficientemente seguros y busquen ayuda. Voy a hablar de una de mis clientas, Sara.
Sara es madre soltera de 2 niñas sin ayuda de familiares. Sara vino a el Taller de José después de que no tenia a donde ir para buscar alimento para sus hijas. Para llegar a nuestra oficina, Sarah tiene que tomar 2 autobuses y traer a su hija más pequeña con ella. Cuando conocí a Sarah, hablamos sobre cómo había sido su día hasta durante esa ahora y como le podía ayudar. Su hija Esmeralda la cual actualmente tiene 4 años y estaba muy emocionada de conocer a alguien nuevo que tal vez les podría ayudar. Sarah siempre ha sido muy honesta sobre su situación económica con sus hijas y se asegura de que sepan lo amadas que son, pero no pueden permitirse comprar muchas cosas que se les antoje. Esmeralda empezó a hablar por su mama y dijo “¿señorita usted si le va a poder ayudar a mi mama a comprar comida?”. En ese momento sentí que una niña no debería de preocuparse de nada más que de ser niña y disfrutar su niñez. Después de esas palabras supe que tenía que hacer todo lo posible por ayudarles a buscar recursos para que la niña pudiera estar bien y no preocuparse por comprar despensa.
Comencé a buscar recursos y despensa de alimentos cercas de ellas. Sara no tiene automóvil para salir a buscar despensa así que le di las mas cercanas y aun así están retiradas de su casa. Hable a un socio de la comunidad donde dan despensas una vez a el mes suficiente frutas y verduras para todo un mes. Afortunadamente pude reservar tiempo en mi calendario y llevarle la despensa cada mes.
Cada que llevo la despensa y hablo para avisar que estoy afuera escucho a Esmeralda decir “es la Señorita, quiero verla”. Saber que un acto tan sencillo como llevarles la despensa a domicilio puede ser un gran impacto en sus vidas. Especialmente para Esmeralda, ella ya no tiene que preocuparse si tendran comida para la semana o el mes. Le agradezco a Sara por poner su confianza en mi, y por permitirme formar una parte pequeña de su vida.
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Being a compañera at Taller de José for the last two years has allowed me to use my knowledge and help my clients. As a Compañera, I have impacted the community by advocating for and empowering my clients to feel safe enough to seek help. I would like to share about one of my clients, Sara.
Sara is a single mother of 2 girls who hasn’t received any help from relatives. Sara came to Taller de José after she had nowhere to go to find food for her daughters. To get to our office, Sarah must take two buses and bring her youngest daughter. When I met Sara, we talked about how her day had been up until now and how I could help her. Her daughter Esmeralda, who is currently four years old, was very excited to meet someone who could help them. Sara has always been very honest about her financial situation with her daughters and makes sure they know how loved they are. Her daughters know they can’t afford to buy as many things as they want. During our appointment, Esmeralda looked at me and asked, “Miss, are you going to be able to help my mom buy food?” At that moment, I felt that a girl as young as she is should not worry about anything other than having fun and enjoying her childhood. After she asked that, I knew I had to do everything possible to help them find resources so that Esmeralda could be well and not worry about her mom buying groceries.
I started looking for resources and food pantries near them. Sara doesn’t have a car to go out driving to pantries or grocery stores. I was able to find nearby food pantries and food distribution centers closest to her; even so, all of these locations are far from her house. I connected with a community center that allowed me to pick up produce and food once a month; the pantry would mean that Sara and her family had enough for the whole month. Fortunately, I could reserve an hour on my calendar to pick up their pantry and drop it off for Sara and her family.
Every time I go to the pantry, I call Sara to let her know that I’m outside. From the phone conversation, I could hear Esmeralda say excitingly, “It’s the Miss… I want to see her!”. It brings me joy knowing that an act as simple as taking groceries to their homes can significantly impact their lives. Especially for Esmeralda, she no longer has to worry if they will have food for the week or the month. I thank Sara for trusting me and allowing me to be a small part of her life.